
InLI
Investigando la Lectura en la Infancia
Fundamentación Teórica
Velocidad de Denominación
¿Qué es?
La velocidad de denominación es la habilidad para nombrar lo más rápido y preciso posible de manera secuenciada un conjunto de estímulos familiares tales como dígitos, letras, colores o figuras (Wolf, 1991). Se considera como uno de los principales predictores lectores, tanto en ortografías alfabéticas y no alfabéticas como el chino y el japonés. (Escobar y Rosas, 2018).
La velocidad de denominación es un índice muy sensible en la capacidad para aprender a leer (Fernández y Lamas, 2018). Para esto Fonseca, et al (2019) la denominan como “la habilidad para integrar áreas de reconocimiento visual con áreas fonológicas y nombrar tan rápidamente como sea posible una serie de estímulos familiares. Estos estímulos son visuales y se representa mediante objetos, números, letras o colores. Y se agrupan en dos grandes grupos como solo los alfanuméricos (letras y número) y los no alfanuméricos (colores y objetos).
Junto con la conciencia fonológica se ha demostrado que la velocidad de denominación presenta una importante influencia en la adquisición de la lectura, en cuanto que determina la rapidez con la que puede ser recuperada una información fonológica almacenada en la memoria a largo plazo y porque permite acceder a las representaciones ortográficas de las palabras (Wolf, O'Rourke, Gidney, Lovett, Cirino & Morris, 2002, en Gutiérrez, 2017).
Procesos implicados
Al realizar una tarea de denominación veloz, requiere de la sincronización e integración de varios procesos (Fonseca, et al).
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Atencionales
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Visuales
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Integración de características visuales y representaciones ortográficas almacenadas
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Integración visual con representaciones fonológicas almacenadas
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Acceso y recuperación de etiquetas fonológicas
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Activación e integración de la información conceptual y semántica a partir del input visual
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Activación motora para la articulación
Importancia
La fase inicial de adquisición de este complejo proceso es crucial ya que representa la adquisición del código alfabético y la automatización en los procesos de codificación y decodificación que sientan las bases de lo que será la lectura fluida que posteriormente permitirá al niño adquirir información a través de la lectura. (Gómez, Gonzales, Zarabozo y Amano, 2010).
“En general, la velocidad en denominación tiene altas correlaciones con el desempeño en tareas de identificación de palabras, en su lectura y comprensión” (Wolf et al., 2000; Wolf et al., 2002, citado por Gonzáles, López, Cuetos, y Rodríguez, 2009).
Factores relacionados
Hay factores que están relacionadas tanto en la denominación rápida y la lectura, depende del tipo de estímulos que se utilice, el tiempo que se emplea en las tareas, la habilidad lectora de los estudiantes, el tipo de lectura adquirido y la clase de ortografía en la que los infantes están aprendiendo a leer (Tapia, 2019).
La velocidad de denominación como predictor
Es uno de los principales predictores de la lectura, especialmente en ortografías transparentes como el español. (Escobar y Rosas, 2018).
La velocidad de denominación es un predictor de la lectura fluida, este implica el desarrollo de varios procesos: rapidez, decodificación eficiente, manejo adecuado de la prosodia, así como una clara comprensión de lo que se ha leído (Gómez, et al).
Fluidez Lectora
Según, Gómez (2013) las definiciones actuales de fluidez lectora van más allá de la velocidad lectora; la velocidad lectora sería uno de sus componentes, como veremos más adelante. Así, según el Informe del Panel Nacional sobre Lectura define fluidez como “la habilidad para leer un texto con rapidez, precisión y expresividad”. (p.9).
Rasinski (2010) citado por Fumagalli, Barreyro y Jaichenco (2017) señala que la fluidez lectora es la puerta para la comprensión de textos y sostiene que, muchas veces, las dificultades de los alumnos que no comprenden textos radican en una falta de fluidez ya que una lectura de estas características no les permite realizar una buena elaboración del contenido del texto (p.3).
(Hudson, 2011; Hudson et al., 2005; National Reading Panel, 2000) definen fluidez lectora como la lectura correcta y expresiva de un texto coherente y cohesivo a una tasa de habla comparable a la de una conversación.
Teniendo en cuenta las aportaciones de distintos autores (Hudson et al. 2005; Kuhn y Stahl, 2003; National Reading Panel, 2000; Rasinski, 2004; Wolf y Katzir-Cohen, 2001) citado por Gómez, Defior y Serrano (2011) se podría definir la fluidez lectora como la habilidad de leer palabras, pseudopalabras y textos con precisión (es decir, sin errores en su decodificación), de una manera expresiva y a un ritmo adecuado, de tal forma que la atención puede dirigirse a la comprensión de aquello que se lee. Además, el lector fluido utilizará esta habilidad de forma estable con diferentes tipos de materiales escritos, aunque sea la primera vez que los lee. (p.2).
La fluidez como Habilidad Lectora
Para que una persona llegue a leer con fluidez es necesario, en primer lugar, aprender y dominar la decodificación de los signos gráficos. Gracias al contacto repetido y la práctica con los textos se avanza hacia automaticidad lectora y, a partir de ello, se van liberando recursos atencionales como son los procesos de orden superior en la cual, nos ayudan a la compresión lectora. Por tanto, el reconocimiento automático de las palabras es una de las capacidades fundamentales que es necesario obtener durante el aprendizaje de la lectura y debe ser enseñado explícitamente. (Gómez, et. al 2011).
La investigación realizada por (Chall, Jacobs y Baldwing, 1990; Lyon y Moats, 1997; Miller y Schwanenugel, 2008) muestra que los niños que no han logrado desarrollar la fluidez en etapas tempranas de la adquisición de la lectura están propensos a experimentar dificultades de aprendizaje y problemas de comprensión posteriormente. Así pues, la ausencia de fluidez se señala como una cualidad fundamental de los alumnos con problemas lectores, puesto que suelen manifestar una lectura torpe, lenta e inconexa, con muchas pausas (Chard et al. 2002 citado por Gómez, et. al 2011).
Niveles de la Fluidez Lectora
Hudson, Pullen, Lane & Torgesen (2009) y Hudson, Torgesen, Lane y Turner (2012) citado por Fumagalli et. al (2017) “proponen que la fluidez lectora involucra tres niveles: el nivel subléxico (conciencia fonológica, conocimiento de las letras y velocidad de denominación), el nivel léxico y el nivel textual del lenguaje escrito” (pp. 5-6).
1) Nivel Subléxico: Esta ruta opera descomponiendo la palabra en letras y convirtiendo cada letra en un sonido, para finalmente soldar o fundir esos sonidos en una única forma verbal que es la palabra. Sólo después de haber llegado a esta forma fonológica final se accede al significado, de ahí la denominación de indirecta de esta ruta. (Martínez, 2003, p. 5).
2) Nivel léxico: Este nivel vislumbra la precisión para leer palabras aisladas o en el marco de un texto. Los niños pueden leer palabras conocidas y desconocidas correctamente y sin esfuerzo, solo cuando hayan conseguido dominar las reglas de conversión grafema-fonema y automatizar estos procesos para poder almacenar representaciones de palabras en el léxico mental. (Ehri, 2002). Por tanto, para que la lectura sea fluida es necesario que la que la representación léxica global y su representación semántica asociada estén almacenadas en el nivel léxico.
3) En lo relativo al nivel textual, la lectura fluida de un texto es más compleja que la lectura global de palabras aisladas. Pues, la lectura de un texto es más que reconocer las palabras y consentir al significado individual de modo rápido y eficiente sino también es entender las relaciones que se establecen entre las oraciones que lo componen (Rasinski, Rikli & Johnston, 2009; Young, Mohr & Rasinski, 2015, citado por Fumagalli et. al, 2017).
Componentes de la Fluidez Lectora
Calero Guisado (enero de 2013) citado por López (2013) realiza el siguiente cuadro de los componentes de la fluidez lectora:

Precisión
La precisión es la destreza para reconocer o decodificar palabras correctamente. Cuando hay precisión en la decodificación (Hudson, Lane y Pullen, 2005) el alumno lee sin silabear, no comete sustituciones, inversiones u omisiones (Castañeda, Castiblanco, Patiño y Pinilla, 2017).
Automatización
Cuando hablamos de automaticidad en el reconocimiento de palabras hacemos reseña a una “identificación rápida, fluida y sin esfuerzo de las palabras, dentro o fuera de un contexto” (Hudson et. al., 2005, p-704 citado por López, 2013).
Por otro lado, Outon y Suárez (2011) nos dicen que, según Logan “un proceso se considera automático cuando reúne cuatro características: velocidad, autonomía y ausencia de esfuerzo y conciencia”. (p. 2).
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Velocidad.- Se consigue, juntamente con la exactitud, cuando el aprendiz practica la lectura, logrando que su rendimiento lector no solo sea más preciso, sino también más veloz. (López, 2013).
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La segunda cualidad es la autonomía.- Acá, la lectura ocurre sin intención desde el inicio hasta el final de la tarea, independiente del propósito que se tenga al efectuar (Logan, 1997). Por ejemplo, es usual que de camino a algún lugar se lea de manera inconsciente anuncios, carteles, advertencias que encuentren de camino; o viendo alguna publicidad en televisión, leer las frases y palabras que aparecen en el anuncio. Por el contrario, un proceso no es autónomo cuando es intencionado, lo que permite a una persona mantener el control sobre la tarea y decidir si la realiza.
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Como tercer elemento tenemos la ausencia de esfuerzo.- Consiste, en mostrar disposición con algo que se lleva a cabo y la habilidad para hacer un segundo trabajo durante la realización de la primera. Por lo cual, cuando una persona ejecuta dos tareas paralelamente, por lo menos una de ellas es automática. Por ende, desde el punto de vista de la fluidez, esta característica se puede distinguir de dos formas (Kuhn et al., 2010): primero, los lectores fluidos carecen del sentido del esfuerzo al reconocer casi todas las palabras en un texto, y segundo, la mayoría comprenden lo que leen.
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Por último, la cuarta característica es la falta de conciencia, que se tiene cuando se ejecuta una tarea de manera automática (Logan, 1997). En cuestión de la lectura, cuando la destreza para reconocer palabras llega a ser automática, la conciencia de las sub-destrezas que componen esa tarea desaparece. Un lector sin fluidez, por el contrario, estará muy pendiente de los pasos que tiene que realizar para decodificar. De acuerdo al modelo de desarrollo de la lectura de Chall (1996) el niño alcanza este nivel entre el segundo y tercer año de Educación Primaria. (Montufar, 2018).
Prosodia
Según Hudson, Lane & Pullen (2005) la prosodia es un término lingüístico que describe los aspectos rítmicos y tonales del lenguaje hablado: la “música” del lenguaje oral. Asimismo, las características prosódicas son variaciones en el tono (entonación), acento (prominencia de la sílaba) y duración (tiempo) que contribuyen a la lectura expresiva de un texto. (p.3).
Por otro lado, para leer con fluidez es preciso mostrar rasgos prosódicos de un texto, incluso cuando estos no estén representados gráficamente, utilizando claves morfológicas, semánticas y pragmáticas.
Guisado (2012) citado por Llatas (2019) define prosodia como la capacidad de los lectores para saber cuándo hacer una pausa entre las diferentes oraciones que se lee, cuándo poner énfasis en la lectura de determinadas palabras, cuándo subir o bajar el tono de voz en la lectura del texto en función de los signos de puntuación, etc.; de esa manera se consigue conectar fluidez con comprensión. Además, Ransinski en su investigación del 2011, dice que aquellos alumnos que leen prosódicamente adquieren mejores resultados en comprensión lectora que aquellos otros que no lo hacen.
Velocidad lectora y velocidad de comprensión
La velocidad lectora es la cantidad de palabras leídas correctamente por minuto. Evaluar la fluidez lectora del alumnado solo por su grado de velocidad lectora no es acertado; por lo que nos dice que la lectura rápida de un texto es fundamentalmente el buen nivel de automatismo en el reconocimiento de palabras. (López, 2013).
Para, Muñoz y Pizarro (2007), la velocidad lectora cuantifica el tiempo ocupado por el alumno en leer oralmente un texto, computarizado los errores cometidos durante la lectura; la velocidad de comprensión mide el tiempo ocupado por el estudiante en leer en silencio un texto, para luego medir el nivel de comprensión alcanzado por el lector.